sábado, 19 de febrero de 2011

Monólogo: Parecidos razonables (Prostitución vs Fútbol)

1) Ambas actividades estimulan el esfuerzo físico.

2) Hay equipos con una buena delantera.

3) Otros, en cambio, concentran todo el volumen en su retaguardia. Ante tales retaguardias resulta difícil abrirse camino, pero existen técnicas que permiten al jugador experimentado meterla, como la vaselina.

4) Más técnicas: a veces uno la mete con una chilena. Otras, con una colombiana, una senegalesa, una rumana, etc.

5) En el fútbol existen ligas. En la prostitución también, aunque suelen estar bajadas. Por otra parte, pese a lo que algunos afirman en la prostitución no se liga nada. Todo es mero interés económico. ¿Y en el fútbol? Pues igual.

6) Tanto en el fútbol como en la prostitución participan muy diversas nacionalidades: griegos, franceses, tailandeses...

7) Los dos son negocios que mueven mucho dinero, muchos intereses y muchos secretos. Lo que viene siendo una casa putas.

8) Los lugares donde se desarrollan ambas actividades suelen estar repletos de gañanes sudorosos, horteras y fumando puros. Para hacerse una idea: si un laboratorio de clonación trabajara con el ADN de Torrente, éste sería el resultado.

9) Y, por último, el que mete (o dice haber metido) más goles es el puto amo. Recalco: PUTO amo. O putero.


Además hay fueras de juego (también llamados gatillazos) y sexo en grupo (once, nada menos, uno de ellos es voyeur y se mira el espectáculo desde la barrera), así como sanciones, aplicadas bien por la legislación al uso o bien por la parienta. Tarjeta amarilla, separación. Tarjeta roja, divorcio, expulsao.


Uno casi diría que el fútbol y la prostitución se diferencian exclusivamente en la presencia de la figura del árbitro. Bueno, todo se andará.

jueves, 3 de febrero de 2011

Egipto


Sobre la crisis social y política que atraviesa hoy el país norteafricano. Su futuro todavía es incierto. ¿Islamismo o democracia? Con esta viñeta intento, quizá, dar alguna respuesta.

Los Cualquieras (10)

miércoles, 2 de febrero de 2011

Pena de muerte


Argumentos contra la pena de muerte:

1) Sólo es venganza, la cual es muy comprensible, pero no repara nada ya que no devuelve a las víctimas asesinadas a sus familias. Tan sólo añade a dichas muertes una muerte más.

2) Sus defensores insisten en que un asesino ejecutado ya no volverá a reincidir. Pero está comprobado que la inmensa mayoría de los asesinos, incluso los que han cometido los más bárbaros crímenes, se rehabilitan en prisión y no reinciden una vez libres. Sólo una minoría muy reducida de asesinos son muy difíciles de recuperar o irrecuperables, generalmente enfermos mentales, asesinos sexuales múltiples, psicópatas y similares, para los que el quitar la vida constituye una suerte de placer o de ritual. Algunos afirman que la pena de muerte debería contemplarse sólo en estos casos. Yo no estoy de acuerdo, opino que la cadena perpetua o la reclusión psiquiátrica de por vida, y sobre todo una mayor precaución a la hora de evaluar quién puede ser dejado o no en libertad, bastan. Pero, incluso si se defiende la pena capital para estos asesinos, conviene insistir en que se trata de casos muy excepcionales. Un porcentaje ínfimo de los que son ejecutados, por ejemplo, en los supuestamente civilizados EEUU.

3) Otros dicen que, si se ejecuta al prisionero, no hay que mantenerlo en prisión y se ahorran gastos. Es discutible. El proceso de ejecutar a un reo es mucho más costoso de lo que se cree. Y, de todos modos, debería pesar más la cuestión ética que la económica a la hora de valorar este asunto.

4) Es irreversible. En EEUU se tiene noticia con frecuencia de reos ejecutados que, tras una revisión de sus casos, se demuestran inocentes. Con la cadena perpetua el error puede subsanarse (como ha ocurrido en otros países, incluído el nuestro), con la pena de muerte no.

5) La pena de muerte representa, además de algo éticamente cuestionable de por sí, también un instrumento de represión y de abuso en no pocos regímenes. En muchas dictaduras los opositores políticos son silenciados bajo la amenaza de la pena de muerte, tipificándose como merecedores de dicha pena "delitos" como la simple disidencia. También, bajo gobiernos islamistas, son castigados de este modo "crímenes" como el adulterio.

6) La pena capital no reduce la delincuencia. Muchas veces es demandada por esta razón, incluso por la opinión pública (sobre todo cuando aumenta el índice de criminalidad). Sin embargo, está demostrado que la pena de muerte no disuade a los asesinos, ni a los que actúan por impulso ni a quienes lo hacen por premeditación. A los primeros, por razones obvias, y a los segundos, porque suelen pensar que no los capturarán o porque no les importa ser capturados. En los territorios donde se mantiene la pena de muerte ésta no parece influír en absoluto en el número de asesinatos (y mucho menos aún en el índice de delincuencia general).

7) El Estado no puede imitar al asesino cuando imparte justicia. Es contradictorio. También es embrutecedor. Basta observar qué naciones conservan implantada la pena de muerte en sus sistemas legales y qué naciones la han abolido: los retencionistas suelen ser dictaduras (de izquierdas o de derechas), regímenes militares o fundamentalistas, etc. En el mundo occidental, mayoritariamente abolicionista, pervive en EEUU, un país rico pero con grandes contrastes socioeconómicos, importantes bolsas de pobreza, individualismo y competitividad feroces y una visión exclusivamente punitiva de la justicia (herencia de los orígenes puritanos del país).