1) Ambas actividades estimulan el esfuerzo físico.
2) Hay equipos con una buena delantera.
3) Otros, en cambio, concentran todo el volumen en su retaguardia. Ante tales retaguardias resulta difícil abrirse camino, pero existen técnicas que permiten al jugador experimentado meterla, como la vaselina.
4) Más técnicas: a veces uno la mete con una chilena. Otras, con una colombiana, una senegalesa, una rumana, etc.
5) En el fútbol existen ligas. En la prostitución también, aunque suelen estar bajadas. Por otra parte, pese a lo que algunos afirman en la prostitución no se liga nada. Todo es mero interés económico. ¿Y en el fútbol? Pues igual.
6) Tanto en el fútbol como en la prostitución participan muy diversas nacionalidades: griegos, franceses, tailandeses...
7) Los dos son negocios que mueven mucho dinero, muchos intereses y muchos secretos. Lo que viene siendo una casa putas.
8) Los lugares donde se desarrollan ambas actividades suelen estar repletos de gañanes sudorosos, horteras y fumando puros. Para hacerse una idea: si un laboratorio de clonación trabajara con el ADN de Torrente, éste sería el resultado.
9) Y, por último, el que mete (o dice haber metido) más goles es el puto amo. Recalco: PUTO amo. O putero.
Además hay fueras de juego (también llamados gatillazos) y sexo en grupo (once, nada menos, uno de ellos es voyeur y se mira el espectáculo desde la barrera), así como sanciones, aplicadas bien por la legislación al uso o bien por la parienta. Tarjeta amarilla, separación. Tarjeta roja, divorcio, expulsao.
Uno casi diría que el fútbol y la prostitución se diferencian exclusivamente en la presencia de la figura del árbitro. Bueno, todo se andará.
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