
Manifestaciones. Para quienes participan en ellas son una muchedumbre airada capaz de llenar un estadio de fútbol. Para quienes son objeto de las iras de los manifestantes apenas se limitan a unos pocos individuos que no llenarían ni una pista de petanca. Todo depende del color del cristal con que se mira (en realidad esto es falso: yo tengo los ojos negros y no lo veo todo negro).
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